Y lo cierto es que ya ha llegado la primavera. De un día para otro volvió el calor seco y adormecedor. El sol brilla alto y juega con las sombras que habían estado dormidas durante el invierno. Un dulce viento acaricia mi piel y me mece entre sus brazos, mientras que el piar de los pajarillos es para mi un a canción de cuna que poco a poco me adormece. Entre la verde hierba me dejo caer, y respiro frescura. Mis parpados se cierran y ya no veo el cielo azul vacio de nubes, ni a un gorrión volar o como los capullos florecen tímidos entre las ojas de los árboles. Cada uno de los músculos de mi cuerpo se destensan y hasta el último de mis sentidos queda al descubierto, expuesto ante todo lo que me rodea y aun así me es ajeno. Mi oido me susurra y leo en cada sonido las tranquilas palabras de la naturaleza. Ahí, en medio de la nada, puedo soñar de verdad; y vuelve a mi la paz que las tormentas del invierno se habian llevado. Por fin es primavera.
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