Cuando se trata de ti
rendirse no es un opción.
Siempre resurge la esperanza de sus ruinas
y vuelven a florecerme las ganas de tenerte.
Por ello,
vuelve.
Vuelve a mí,
para que pueda decirte
con el oído en tu pecho,
un fría tarde de invierno:
“Quédate”
Quédate, que aún nos quedan bailes,
paseos y besos,
por esquinas y recovecos.
Tardes cortas,
sueños largos,
risas con gran esperanza de vida,
y cuchillos mata mentiras.
Quiero volver a buscar el calor al abrigo de tu espalda.
Que me beses la frente
y me seques las lágrimas
-de alegría,
de tristeza ya tuvimos suficientes-.
Quiero que me apartes el pelo de la cara,
me sonrías,
y viajar a tus pupilas
para sorber a poquitos el café de tus ojos.
Tengo sed,
cuando se trata de ti,
siempre estoy sedienta.
Por eso sigo escribiendo,
de alguna manera tengo que tenerte a mi lado,
y si no es así, dime, ¿cómo, donde y cuando?
Cuando quieras,
como quieres,
donde quieras.
Pero vuelve.
Desnudo de aditivos,
con las cicatrices al aire,
el orgullo en los huesos
y el corazón en incubadora.
Y si vuelves...que sea para quedarte.