Estimado sapito, gracias y perdón.

Querido sapito:

Siempre igual, enfadados y amigos. Siempre igual, envueltos en secretos y verdades. Me cuentas tus pensamientos y me ocultas las palabras, y de nuevo discutimos, otra vez lo arreglamos. Parece que nuestra amistad se trate de las agujas de un reloj que avanzan poco a poco pero siempre acaban volviendo al mismo punto. Borrón y cuenta nueva, ya somos especialistas en perdonar. 

Odio discutir contigo, aunque se que a ti no te importa. Sí, puede que me importes tú a mi mas de lo que yo a ti. Te enfadas un día, me enfado otro. Parece rutina. Cuando te ofendo y te picas, cuando te retiras al abrigo del silencio y ya no me sonríes, cuando tu mirada te delata, ahí me quedo yo, con un perdón en la boca para regalarte de nuevo una pequeñísima parte de mi y perder mi orgullo por alguien a quien quiero.

Porque somos muy diferentes, porque hemos pasado buenos y malos momentos, porque me has hecho reír y llorar, porque después de todo te conozco, porque aunque sea complicado te tengo cariño y te considero un buen amigo. Por eso y mas, no te quiero perder, porque he aprendido a valorarte aunque no te lo diga.

Volveremos a reñir, a pasar días sin hablarnos, a indignarnos, a odiarnos un poquito, pero existira el perdón para recuperar los buenos momentos que nos da nuestra amistad. 

Porque te enfadas conmigo y se rompe un trocito de mi. Odio decepcionar a las personas que quiero. Necesito volver a ver en tus ojos el cariño contenido que se esconde tras las bromas y piques. 

Perdona si no te he tratado como te mereces, si te he falado, si te he decepcionado, si mis bromas han sobrepasado un limite, si te he hecho daño. Perdona me, amigo. 

Aprovecho también para darte las gracias por todos los buenos momentos haciendo el tonto, las conversaciones que no tienen precio, por estar ahí, por enseñarme mas de una lección, por ser tú.
Estimado sapito, gracias y perdón.