En la bruma de la desesperación me pierdo sin rumbo; ya no lloro. Estoy hundido entre los oscuros pensamientos que van enfermando mi ser. No me encuentro, tampoco quiero. Huyo de mi. No queda grito que liberar, palabras que murmurar o lágrimas que derramar. No queda nada. No tengo nada. Solo angustia.
Me siento solo y rodeado de gente. Ni si quiera yo quiero verme la cara. Juego a vivir de espaldas, dando el codo cuando me ofrecen la mano. siempre desconfiando. Escapando del espejo para no contemplar mi reflejo y odiarme por lo que soy. Pero la oscuridad llega cuando cae la noche, inevitablemente vida de mi persona interior. la cama y las horas de insomnio me encarcelan conmigo mismo. De nuevo me pierdo desquicido en los minutos sin rumbo. No sirve de nada contar estrellas para dormir. Ni el sueño me quiere, ni yo me quiero a mi. Me siento tan culpable que frente a esta angustia carroñera prefiero morir.
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