Ya entramos en la rutina, y caemos en la monotonía. Somos maquinas. Una acción tras otra, con pequeños descansos que tratamos de ocupar para evitar pensar en los problemas. Marionetas en nuestra propia vida. Perdiéndonos con el aburrimiento intentando que nuestros pensamientos hablen bajito. Solo estudiar, y estudiar, y para variar, pasar un fin de semana de vueltas sin rumbo fijo con las amigas. De vuelta a la monotonía, donde cada capitulo de esta historia se vuelve eterno. La película se torna a cámara lenta, las luces son tenues, los horarios prisiones y los pensamientos un dolor que nos descentra de nuestras labores.
No sé como lo hago que yo siempre acabo a contra corriente. Porque mi rutina es aburrida pero siempre tengo tiempo para cortar los hilos y ser una marioneta un poco más soñadora. A veces me pongo a filosofar y me pierdo en mi misma, más allá de la luna, donde nadie me molesta. Y ni yo me entiendo, pero para eso esta la música, una hoja impoluta blanca y un bolígrafo. Porque me niego a ser víctima de la monotonía, a escribir capítulos en blanco y olvidarme de admirar la vida.
Yo eternamente enamorada de las sorpresas dibujo con mil pájaros en la cabeza la admiración de un nuevo descubrimiento, y siempre aprendiendo a construir un castillo donde residan mis sueños.
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