Llueve, suave y despacio, pintando un cuadro con pequeñas pinceladas de cristal. El día es gris, parece triste, lleno de horas sin limites que se llenan de canciones enamoradizas...es el momento de los corazones, cuando el alma llora junto al cielo de alegría y tristeza, de añoranza.
Parece que cada gota juegue con las agujas del reloj, y ambas vayan marcando un compás al que no podemos resistirnos. ¿Bailamos juntos?
No sales de mi cabeza, no sales de ninguna canción, pensamiento, sonrisa o sueño... ¿por qué?
Solo quiero dormir, porque soñando en mi castillo de cristal todo es más fácil. La lluvia nos acaricia sin mojarnos, el frío no nos atrapa, no existe el espacio entre nosotros, ni el tiempo... Allí no hay miedos ni temores, el pasado no es dañino, el presente es el futuro que ahora es vivido, no hay nada de que preocuparse. Solo tu y yo.
Y hoy es un día de castillos de cristal, largas horas de sueño en el refugio de un espejismo encantador.
Es el tiempo quien me atrapa despierta o dormida. Es al tiempo a quien temo. Porque es él un océano profundo que juega con el cielo a engañar con los limites. Porque es él demasiado infinito. Porque es el demasiado desconocido.
Y el tiempo juega con la lluvia, y nosotros bailamos temblando de miedo, soñando despiertos.
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