Nueva York a mi pies,
Estafas con nombre de impuesto cobrados a parte.
Taxistas con un móvil pegado a la oreja y una lengua muy larga.
Gente, montones de gente, con prisas que pisan pero no aplastan.
Razas y números sin importancia que respiran la alegría viva de la gran ciudad.
Luces que contaminan la noche estrellada.
Vocinas que rompen la calma, gritos que comen distancias y obras que quiebran la tierra a su paso.
Los oidos se acostumbran a tanto ruido pero la cabeza no duerme, no descasa. Se llena de sonidos que arañan el subconsciente, la conciencia, el alma. Uno no se puede escuchar a si mismo entre tanto barullo. No hay tiempo para mirarse al espejo y decir "deja de comer mierdas, te vas a poner gordo". No hay tiempo, mucho menos en Times Square, ahí tampoco lo he encontrado. Todo va rápido, directo y sin pausas. Se respira entre paso y metro, se come entre edificio y museo, se duerme entre dolor de pies y despertador de acero. No, no hay tiempo para disfrutar del simple placer que produce perderlo entre sabanas, de un buen cafe con libros, o de terrazas donde pasar la tarde con una cerveza en los labios.
No se detenienen a mirar el cielo porque mataron sus estrellas con las luces. Se asoman a las ventanas de un edificio muy alto y contemplan las otras torres maravillados, como si la belleza se condensara en sus muros de hormigón. Llaman arte a montañas de camisas atravesadas con palos de acero, a camas rotas que no seran para ningún sintecho, o bolas de basura colgando de un hilo. ¿Arte? Solo hay arte donde hay belleza...

Nueva York rasca el cielo y terminara por hacerlo queso que se disolverá con lluvia acida de su propia cosecha.
¿Has leído "Poeta en Nueva York, de Lorca? Te gustaría. En cuanto a "sólo hay arte cuando hay belleza", estoy deseando discutir sobre ello... Muy interesante leerte, qué bien que escribas.
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