De aquellos ojos cual cristales callo una lagrima transparente y clara, y una sola gota vasto para llenar un océano de dolor y ahogar las penas. Por su sangre corría veneno cuyo único antídoto era un sueño profundo que le hiciera olvidar; pero no era fácil cerrar los ojos y dejarse mecer cuando la embarcación de la que era tripulante se agitaba ante una tormenta llena de truenos y rayos sorpresa.
Era el sufrir de un querer no correspondido. La amargura de una perdida, de una traición y un bache en el camino.
La realidad dolía como un planchazo en el agua, fue una sorpresa desagradable. Fueron los dos, sin aviso y entre la niebla, en silencio; uno movido por la confusión digna de un sapo y el amigo hasta entonces fiel víctima de una mente cerrada aferrada a un "siempre".
De repente todo se esclareció, y el príncipe azul y el caballero fiel se dieron a conocer. Resulto que los cuentos, cuentos son; historias creadas por la imaginación de un deseo. Un deseo vano con ansia de amor en una perfección inexistente. Un deseo grande, retorcido, exigente, muy tuyo y muy mío. Un deseo que mueve al mundo y lo destruye.
Yo, como tú, como todos, fui víctima de ese deseo que me hizo creer fielmente en los cuentos de hadas. Pero, ¿acaso vivir una realidad soñada no nos hace felices?
Y apesar de que los sapos vistan de azul y luzcan hermosos, estoy enamorada de esa mentira, y volvería a caer ciega en el mismo pozo para perderme de nuevo como un deseo más en sus oscuras aguas. Porque no tengo miedo a originar océanos de dolor con mi llanto si entre toda esa agua llena de sapos sin mascara, anguilas manipuladoras, sirenas abiertas de piernas, mentiras y engaños, sombras y tinieblas...hay una isla, con otro tonto deseo que me haga ilusionarme de nuevo y volver a creer en los cuentos de hadas. Porque eso es vivir, ilusionarse y desilusionarse...Vivir de un deseo, en una realidad soñada. Simplemente ser feliz, a tu manera.
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