Quiero ser tu chicarrona del norte con espíritu sureño. Que llegues a conocerme tan bien que sepas que el cafe me gusta cargado pero con mucho azucar; o que mi mayor refugio es un folio en blanco. Que me encanta la lluvia en primavera porque su olor es puro recuerdo, o que sepas que bailo de puntillas porque para pisar fuerte ya uso los talones. Que me gusta correr pero no soy resistente, sino veloz. Que mi paciencia se mide en amor a la otra persona y no por momentos. Que amo cuando el chocolate caliente se derrite en mi boca pero lo odio en helado. Que mi sabor preferido es el limón porque es como la vida, agridulce.
Quiero ser tu laberinto más enigmático lejos de las calles de tu ciudad, que escuches al viento hablar tras el tráfico, y comprendas que lejos de ese barullo se encuentra mi mente pensando 101 maneras de narrarte el sinsentido que me compone.
Ojalá un día me conozcas tan bien que sepas que duermo mejor con la almohada en la cara, que me invento canciones en la ducha que olvido en el cuarto y que escribo, porque no hay mejor tirita para mis cicatrices.
Quiero que a poquitos me desnudes el alma, y descubras en mi la ilusión de una nueva musa hecha verso. Que me verses, me beses y me contradigas; te contrapongas y te opongas.
Quiero ser tu chica huracán, enredarme en tu pelo a deshojar margaritas de miedos rotos. Provocar un temblor apocalíptico en tu corazón para que este no deje nunca de bombear sangre. Hacerte la guerra, ser tu reina del caos. Que un día, sin saber porqué o como, te des cuenta que soy tu Roma, que todos tus caminos te llevan a mi, y que sin mi estas perdido, y yo sin ti no tengo peregrinó, ni camino, ni Roma.
Quiero ser tu revolución, un beso de rebeldía contra los imposibles que nos imponga el mundo.
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