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lunes, 27 de abril de 2015

Espera, y esperó.


La vida es eso que no se escapa esperando un semáforo en rojo, 
dando una ultima calada a las ruinas de un cigarro,
o ahogandonos en un café que sabe a insomnio. 
Se nos va,
como marcha la arena con la resaca de la mar.

La perdemos en nociones de momentos 
reprimidos por el miedo al que dirán,  
o tardes tirados en el sofa. 
Perdiendo el tiempo, o a nosotros, o quién sabe qué.

Se nos consume el espíritu en mensajes y llamadas 
que no van a ningún sitio 
porque quien esta al otro lado
esta en su mundo 
y no comparte el tuyo. 
Se aleja la vida, 
como se va el sol escondiendo entre edificios que rascan el cielo, 
y no llueve queso, ni sueños, ni vodka.

Naufragamos en vasos medio vacíos 
y nos regocijamos en nuestro dolor 
porque hizar las velas requiere demasiado esfuerzo.

Nos aislamos en nosotros mismos, 
y escribimos notas que tirar al mar dentro de botellas 
para que se pierdan en su fondo 
o vayan a allá donde les lleve la marea.

Quemamos nuestras melancolías 
con gritos huecos que no dicen nada 
y pierden su razón en violencia.  
Se nos escapa la vida, 
esperando que un día alguien llame a la puerta 
y nos declare su amor incondicional 
sin mover un solo dedo.

Se va...
Allí va, 
con todas sus vicisitudes y momentos pendientes 
que no sabremos aprovechar. 
Porque no. 
Porque el semáforo esta en rojo 
y lo correcto es esperar.

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