Hay cosas que se hicieron para compartir y si no se comparten quedan vacías. Como los atardeceres de colores cálidos que arropan con su hermosura y roban el aliento. Como los abrazos con alas de mariposa Como los besos y sus susurros. Como las lágrimas y sus acertijos. Como los guiños entre sonrisa y sonrisa. Como los auriculares y su música. Como las melodías de notas gloriosas y sensaciones envolventes. Como la lluvia y sus paraguas. Como la luz de una farola o un banco en el parque.
Hay cosas que son para dos, que su naturaleza es la generosidad, con la que se comparten confidencias, con la que se establecen vínculos. Un cigarro siempre sabe mejor entre dos, igual que una cerveza; un chiste, una historia que contar, siempre serán mejores si son escuchadas por alguien. Cuando no hay nadie con quien compartir la belleza de un mundo hecho para dos, nos sentimos solos, y por ello buscaremos siempre el dueño del auricular vació, para completar lo incompleto.
Como si todo tratara de un puzzle.
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