Translate

lunes, 16 de junio de 2014

Furia

La furia invadió su rostro, como si el demonio hubiera tomado posesión de su alma. Su mirada se torno oscura, negra como sus lagrimas, que borboteaban apresuradas hacía la superficie. Ardía la colera en ella y el odio alzaba la bandera de la victoria. Los dientes le castañeaban de rabia, y sus manos se volvían moradas en los puños bien cerrados. Una vocecita fragil y rota suplicaba socorro desde la penumbra. La piel estaba erizada, sangrante por cada arañazo de su propia zarpa. Temblaba intentando dominar su furia que cada vez le persuadia más para agredir a aquel que la estaba causando tanto daño. Las cadenas, aferradas a sus huesos, escocian sus muñecas como lo hace el agua bendita sobre la piel de un hijo de Satan. Quería gritar, pero eso liberaría el lucifer que llevaba dentro. En silencio, con impotencia, lloraba el ángel que se había vuelto un demonio por falta de libertad.

jueves, 12 de junio de 2014

La espada de madera

Fue a la guerra armada y lista para combatir. Creía ser un caballero. En la segunda batalla fue derrotada. Su espada aun era de madera. Volvió a su condición de princesa en un aislado torreón. Aún le quedaban los sueños. Los llevaba grabados en la piel y no habían podido arrancarselos. La esperanza esperaba paciente. Un día volvería a ser libre.

Esa sensación

Es una sensación extraña. Agoniza muy dentro, como un grito silencioso que hace eco en los días.  Es un nudo en la garganta que te impide tragar y te quita las ganas de comer. Te falta el aire, y hay momentos en el que el estomago se revuelve nerviso e inquieto. No puedes respirar y tu mirada resulta pérdida y desde luego, no haya en el templo. Algo se retuerce en lo más hondo,  y el corazón sangra desconsolado por la pena. La cabeza intenta tomar el mando pero hay momentos en los que simplemente se cansa de ser fuerte. Todo se reduce a lagrimas derramadas o contenidas. La nada y el todo pierden su significado, como las horas y los días,  que pasan, como pasa la vida, sin darte cuenta.
Sonríes tímido. Ríes lo suficiente. Piensas sin quererlo. Mueres intentando vivir. La noches se convierten en el refugio, y aun así,  no duermes,  solo sueñas o te hundes en la desesperación de la pesadilla. Parece que no haya nada más. Sientes un vacio muy grande y el vaso no esta si quiera medio lleno. No encuentras respuestas. El silencio asesina cada ruido. Puede que estes solo. Puede que no. La impotencia te recome sin piedad. La culpabilidad caba su tumba. A pesar de todo la esperanza, armada con escudo y espada te anima a seguir adelante, y tú lo haces desorientado. La vida te obliga a ser fuerte. Hay pocas opciones. Tendras que aprender a vivir con esa sensación que se lleva tu vida como un virus contamina poco a poco tu alma.
Duele.