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sábado, 28 de febrero de 2015

Peregrino

Hoy te escribo versos,
mas te escribo aunque no debiera
que ya no caben en mi los vocablos,
llorando en sílabas lo que era.

Te has vuelto espíritu difuso
entre insinuaciones pasajeras,
en el aire ha fallecido tu beso,
de escarcha son tus venas.

El tiempo nos quebró con su abrazo,
la montaña nos separó con sus laderas;
te has ido buscando el norte,
y siendo norte, yo soy ribera.

Volveras a buscarme la cara,
ya sucia, tosca y triste;
manchada de culpa irreprochable,
sin tú la certeza de la mentira.


lunes, 23 de febrero de 2015

Horizonte en llamas, pero horizonte.




Inexplicablemente solemos darnos cuenta de lo que teníamos cuando lo hemos perdido, y muchas veces ya es demasiado tarde para recuperarlo. Así que si alguna vez lo amaste, lo más sensato, es dejarlo marchar.

Todo pasa por algo, y lo mejor es dejar que pase. Que ocurra. No se puede vivir anclado al pasado porque no existe muerte más melancólica que la de su recuerdo.

jueves, 19 de febrero de 2015

Jardín de sentimientos

Existen sentimientos pasajeros, que con las estaciones perecen y aun así puede que surjan de nuevo, como las flores en primavera. Pero hay otros sentimentalismo que no entienden de medida, llegan a tu vida y echan raíces en el alma. Se nutren de ti, te consumen y te dan gloria. Nunca mueren. 

Se puede talar un árbol pero no arrancar sus raíces. Así que si estos sentimientos se niegan y se arrancan dejan una tremenda cicatriz que nunca sera curada y permanecera por siempre. Por ello la raíz alberga esperanza de un nuevo resurgir, tal y como el ave Fenix renace de sus cenizas, lo harán emociones que creíste olvidar. Volverás a tener un jardín de sentimientos, algunos profundos y otros pasajeros. 

Versas caminos

Te has ido a versar caminos lejos de casa; 
te has olvidado de mi rostro de caramelo.

Has enfriado tu corazón
y yo he congelado mi alma; 
nos hemos vuelto de hielo. Los dos. 
Tú en las montañas y yo en casa.

Has dejado un rastro de migajas 
que los gusanos no han tardado en devorar. 
Solo ha quedado un recuerdo difuso 
de insinuaciones y mariposas de ojalata. 
Se ha petrificado el tiempo 
entre copos de nieve y apuntes que releer.

Humor. Tú hablas de humor. 
Yo hablo de humo. 
Esta espesa niebla que llena nuestro espacio 
y se come la distancia. 
Apenas nos vemos. 
Montañas, carreteras, polvo. 

Tú allá, 
yo aquí, 
y hablamos morse.

Yo verso caminos, tú caminas versos.
Vives verde, vivo hierro.
Día y noche.

domingo, 8 de febrero de 2015

Complices y silenciosos

A veces, durante lo que parecen horas, la calle se queda vacía,  en un silencio roto por la falta de gente en sus aceras y coches circulando. Parece ser una premonición de lo que viene, o tal vez, de lo que ya hemos perdido. Y es que poco a poco, vamos destrozando todo: la tierra, los oceanos, a nosotros mismos; y lo hacemos sumidos en un silencio complice, de esos que guardan secretos oscuros... 
No queremos saber, y fingimos no hacerlo. Tiramos las colillas que preden fuego, arrojamos plásticos a los mares que ya hacen islas con él,  enterramos venenos, ponemos bombas, respiramos nicotina y cortamos el verde porque nos gustan más los ladrillos.

La calle esta vacía. Mutismo. Pero no te equivoques, nadie se ha ido, siguen ahí,  en alguna parte, en algún lugar. Dentro de sus casas, en el trabajo, o escuchando misa en alguna iglesia. Fingiendo que no pasa nada, que podemos crear sin destruir, y que esto que hoy es nuestro no nos lo arrebataran mañana.

Y si es cierto que todo tiene su causa y si efecto, que el karma es ley, y que todo vuelve; un día -puede que no ande muy lejos- el hombre perderá todo con los ojos abiertos y no podrá llorar lo que no quiso ver, porque ya no le quedará más tiempo.

domingo, 1 de febrero de 2015

Nieva

El cielo esta encapotado. Todo gris claro. Detrás la noche, que ha perdido sus estrellas entre la niebla. Noche oscura, noche blanca.

Caen del cielo suavemente mil copos de nieve que en voz callada van meciendo sus fragiles alas hasta posarse delicadamente en el suelo. La tierra parece algodón, un manto de pureza infinita. Quisiera poder dormirme en sus brazos de seda,  pero no quisiera morir en su silencioso frío. La nieve no es cálida como parece,  ni seca como se pinta. Es humeda, fría,  despiadada e incluso cruel. Bien lo sabe aquel que murió bajo su yugo en un sueño tan dulce que no volvió a despertar. 

Aún así yo la veo,
con sus millones de cristales al aire
danzando sin cesar,
parece ser magia 
y yo la deseo tocar. 
Es un deseo incierto 
que afloró en mi desde la niñez, 
y ahora siempre que azota el invierno
deseo que nieve 
y poder besar el frío otra vez.